Mi experiencia tras 5 meses de uso de un colchón viscoelástico
Siempre lo he dicho y lo seguiré diciendo, dormir es lo más importante de todo. Las personas consumimos una gran cantidad de energía al día. De hecho, solo con respirar el cuerpo gasta casi un 70% de la energía que necesitamos al día. A ello se suma también el bombear la sangre, pensar e, incluso digerir la comida. El resto de la energía es la que gastamos en cualquiera de las otras actividades que realizamos a lo largo del día.
El no descansar bien hace que nos enfermemos —lo dicen claro los médicos—. Tenemos que dormir una media de 8 horas cada día. De otra forma es posible que tengamos problemas de salud de diversa índole. ¿Sabías que las personas que duermen poco es más posible que a la larga puedan desarrollar problemas de ansiedad o de depresión? Efectivamente, quizá ahora no lo notes, pero a la larga te aseguro yo que sí. Una mente sana es una mente que descansa, ¡De eso no cabe duda! Lo digo por experiencia.
A continuación, os voy a comentar bien qué es lo que me sucedió —quizá alguno/a de vosotros/as se sienta identificado/a y le sierva mi experiencia—. ¡Vamos a ello!
Mi problema de agotamiento sin poder dormir
Esto ocurrió hace aproximadamente dos años y se extendió hasta —quizá— apenas unos 5 o 6 meses a fecha de hoy, cuando por fin las cosas cambiaron. Yo siempre he sido una persona muy activa —los que me seguís lo sabéis—. Soy de los que se levantan pronto y paran quietos el resto del día. Por lo general me levanto a las 7 de la mañana, salgo a practicar un poco de ejercicio por el parque que hay enfrente de mi casa, regreso, me ducho, desayuno y me voy en bicicleta al trabajo —me encanta el deporte, no lo voy a negar—. Después, regreso a mi casa de nuevo, pero de camino aprovecho para hacer la compra y algunas veces para reunirme con un par de amigos que viven cerca del lugar donde trabajo. Cuando por fin llego me cambio y aprovecho para preparar la cena y la comida del próximo día. A veces me gusta pasear un ratito por la noche —no soy de las personas que ven mucho la tele—.
Sin embargo, hace un tiempo comencé a notar que me resultaba imposible seguir con el ritmo de vida que llevaba. Los primeros síntomas eran que, a pesar de mi agotamiento físico y mental, era incapaz de conciliar el sueño. En un principio pensé que se trataba del estrés por mi trabajo. Me habían aumentado las responsabilidades hacía dos meses, aproximadamente. Sin embargo, me adapté pronto al cambio —ello ya no me generaba tensión— pero el problema seguía estando ahí. Era incapaz de dormir. Pasado un tiempo comencé a leer información por internet que decía que las personas que practicaban ejercicio podían descansar peor debido a que la mente se activaba y, por lo tanto, costaba más conciliar el sueño —incluso, aunque estuvieras muy cansado—. Me pareció que tenía algo de razón —aunque en mi caso practicaba el ejercicio por la mañana, así que no dejaba de resultar extraño—. Entonces lo relacioné con los paseos nocturnos. Acabé suprimiéndolos de mi rutina… pero nada.
Pocos meses después tuve que suprimir los deportes matutinos también —la desesperación ya estaba pudiendo conmigo, por no hablar de los niveles de estrés y ansiedad que estaba manejando por aquel entonces—. Los médicos me recetaron que tomara pastillas para dormir y sí, lo cierto es que funcionaron, pero no era lo que quería para el resto de mis días, así que después de mucho indagar y hablar con personas y allegados por fin fui a dar con la solución. Una solución tan simple como absurda, pero al final efectiva.
Adiós al colchón viejo
El problema no era el trabajo y mucho menos el ejercicio ni mis rutinas diarias. El único motivo de mi problema para dormir —y el de muchas personas, por lo que pude comprobar— tenía su epicentro en mi colchón viejo de espuma. Aunque no había alcanzado la duración de 10 años —que es la vida útil que suele tener un colchón según aseguran los especialistas—, lo cierto es que ya no resultaba igual de cómodo —pero tampoco tan incómodo como para causarme todo esto—. Al final me cambié por un colchón viscoelástico Hypnia. La verdad es que siempre había querido probar este tipo de colchones, pero por un motivo y otro nunca lo había hecho. Después de leer que un colchón deformado podía generar problemas tan serios como los que estaba viviendo decidí que quizá era el momento de dar el paso y así lo hice.
Ya había hecho muchas otras cosas, entre ellas la de dejar de salir a correr por las mañanas —algo que a nivel emocional me supuso un duro golpe—, así que ¿Qué podía perder? A lo mucho dormiría más cómodo. De ello hace ya unos 5 o 6 meses, como os comentaba más arriba y, afortunadamente, todo está mejor. He vuelto a practicar ejercicio, he retomado mis rutinas y me siento mejor que nunca. Nunca hubiera imaginado algo así, ni que me pasara a mí, pero al final ocurrió y hoy tengo la oportunidad de contaros mi experiencia. Espero que pueda serviros.